viernes, 11 de marzo de 2011

Una cárcel para Gol Gotai (Los niños del fin del mundo)



Perros de la calle

En el proceso arbitrario que convierte la película Stray Dogs en Los niños del fin del mundo el espectador incauto creerá que esta novela visual trata de lo que queda del mundo árabe o al menos afgano, cuando en realidad trata de lo que queda del mundo y su infancia. No son los niños del fin del mundo, son los niños de este mundo que vivimos diario. No están lejos. Niños de la calle convertidos en perros de la calle. Igualmente maltratados, y cuando ganan un hogar (como se verá en la película tanto como los niños trabajadores como con los perros de pelea) es porque alguien ha encontrado como ponerlos a pelear y obtener alguien beneficios. Es una historia de lo que queda del mundo, de los sistemas económicos y de los ideales. Lo que queda de las instituciones. Narra impecablemente como al ser humano le salen las cosas exactamente al revés. La visión aguda pero serena de la directora iraní (Marzieh Meshkini) y de su esposo productor, permite compartir al mismo tiempo, con microscopio y con telescopio la génesis de un infimo delito (un robo) que será castigado con todo el peso de la ley que sí, es pesada, pero solo cuando hay "gravedad". La cárcel como lugar de castigo acaba siendo una especie de paraiso donde se puede comer, dormir y ver a los padres. Y como todo paraíso solo es promesa por cumplir.


El infierno

"¿Sabes lo que es el infierno?" -le pregunta la despeinada y encantadora niña Gol Gothai a su perrita- "es el lugar donde los angeles te echan fuego". Le responde haciendo referencia a la primera escena donde ella y su hermano salvaban al animal atrapado en una cueva con salida en el techo, desde donde decenas de niños le lanzaban antorchas para matarla porque era de un norteamericano. Replicando la crueldad que reciben con el siguiente ser que en indefensión seguiría en la cadena alimenticia, el perro. Con ayuda de su hermano la lograron sacar y salvar para hacerla su mascota y compañera que los acompañaría hasta el fin del film y al fin del mundo.

Ambos hermanos, gracias a la bondad de uno de los guardias de la cárcel que recluye a su madre, duermen en la carcel con su madre, presa por bigamia desde que regresó su esposo a quien ella consideraba muerto luego de cinco años de ausencia. En esas condiciones tomó un nuevo esposo y el antiguo la mandó encarcelar y para que ella salga requiere de su perdón, pero el mismo fue encarcelado por otros motivos. Parace un mundo donde todos acaban en la prisión. Como si el destino humano fueran las rejas. "Dile a tu padre que no me pegaba mucho, me casé porque ustedes tenían hambre, dícelo, dile que el otro me pegaba más, dile que me perdone. ¿O quiere que me maten?". Repite la madre una y otra vez. Su condición femenina la hace culpable automáticamente, una observación sin concesiones al fundamentalismo, pero sin adulación al occidente.


Presos nocturnos

Los niños van de una cárcel a otra visitando a su madre o a su padre. Su ingenio infantil define la situación como "somos presos nocturnos". Un día el guardia no los deja entrar y tienen un atercado con él. Los niños deambulan por la calle y evalúan otras opciones de alojamiento. El capitalismo da opciones para todos. Un niño alquila una especie de puestos playeros en la noche contra el frío. Pero no quiere que la niña esté ahí pues "es muy peligroso, ayer se llevaron a una". Así que solo están una noche. Les dice que roben para que puedan ir a la cárcel con su madre. Son muy malos ladrones, roban una cabeza de vaca y sólo logran que se la coman perros salvajes que en unas escenas de singular ecuánime violencia, son puestos a pelear por sus amos. Sin recato los niños son golpeados con varas como si fueran perros para no molestar. Reciben el consejo de ir al cine donde se exhibe una película donde aprenderán a robar. Es Ladrón de bicicletas de De Sica, a donde dejan entrar al perro sin pagar pues "los perros tienen derecho a ver películas de arte". En ese momento, "Los niños del fin del mundo" se convierte en un máximo tributo a una de las mayores pelícuals de la historia, tributo que no desmerece a ninguna de las dos ni a tributador ni a tributante. Esta película está a la altura de serlo y la otra de recibirlo.


El mismo tema pero visto desde el lado opuesto del mundo, desde otro momento, desde la religión opuesta, la moral opuesta, pero la esencia de mantiene, el robo como necesidad de sustento y como paradoja en la que encierra a las víctimas de una economía poco humana como salida natural en la escala más elemental de valores. También surge el balance de fuerzas, ¿que puede aventar a alguien no dispuesto al infierno si no el propio amor? Poco jugo le sacarían los criminólogos a esta cinta si con ella quisieran intentar explicar el robo bajo sus teorías sociogénicas, genéticas o psigénicas. Aquí el delito no tiene causas sociales, ni sicológicas, ni siquiera alimentarias. Lo causa una especie de contradicción entre la razón y la locura. ¿Teoría estatocasticogénica? El delito como azar. La carcel como solución empeoradora de la orfandad pero también la cárcel como orfanato, como comedor, como caridad, como "peor sería el frío". Los niños deben ir a la cárcel, pero "la cárcel no es orfanato" según el agudo diagnóstico de su director cuyos razonamientos no deben ser distintos a los de un director real. La cárcel para estos niños no sólo es la oportunidad de comer, si no de ver a su madre, encerrada por un trama que igual puede encontrar en Kabul o en cualquier otra parte del mundo. En México Distrito Federal por ejemplo, donde la modernización de las cárceles se demuestra con su cambio de nombre. Así que si quieren ir a la cárcel, tendrán que robar. La clave de la bicicleta desicaniana hace que el niño vaya a la cárcel. Pero... hay muchas cárceles.

Mientras Gol Gothai irá de nuevo a buscar a su madre con el mejor, o mejor dicho, con el único amigo del hombre.


mBrotan uchas semejanzas con Ladrón de Bicicletas, no sólo en la trama sino en la producción. Niños que se representan a si mismos. Actores no profesionales. Interés en los problemas de hoy, que curiosamente siguen siendo los mismos que ayer, y que con esa permanencia se demuestran varias posiciones.


Un retrato

Es la historia del maltrato que comienza cuando se lanza a la calle a los niños a ganarse la vida. En el mundo trabajan de 150 a 200 millones de niños. El mundo de los grises donde se pierde la noción de lo absurdo, puede permitir eso y muchas cosas con todos sus matices. El mundo de no existe el bien ni el mal, le arrebata los derechos a los niños para ser letra muerta. Mientras las organizaciones internacinoales se esfuerzan en redactar cada vez mejor y hacer cada vez mejores "calendarios de la UNICEF" con mejores colores, los niños siguen siendo puestos en las calles para trabajar a veces por sus padres, a veces por el mismo sistema. Muchos entrarán a las filas de la delincuencia por una situación simplemente animal, necesito a mi madre, necesito comer, necesito jugar. La película no es una crítica al mundo árabe como se puede llegar a pensar, es un retrato del ser humano. Simplemente "El infierno es el lugar donde los ángeles te tiran fuego".


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