lunes, 30 de diciembre de 2013

Reflexiones sobre el documental El Tunel

Diagnóstico
Un túnel conecta la cárcel con los juzgados.
Un túnel conecta los pasillos de los archivos.
El documental comienza haciendo un diagnóstico de la situación jurídica de la mayoría de las personas que tienen que atravesar justa o injustamente por un proceso legal.

Un túnel es para entrar y otro para salir, o quedarse, o lo que ocurra casi al azar porque a decir de los entrevistados, en Méjico la justicia no existe. Cualquiera puede quedar atrapado en medio de ese túnel que representa un sistema jurídico incompetente, herencia de la inquisición española y –a decir de Dehesa- de Felipe II, el príncipe del papel que instituyera la burocracia escrita. Es un sistema que sólo ha evolucionado en la forma como se genera el papel, si antes salía de máquinas de escribir quizá ahora sale de impresoras, a lo mucho. Sique teniendo los mismos principios que es imposible aceptar después de Becaria: la no presunción de inocencia, la no oralidad, la no presencia del juez y la desproporcionalidad de penas.
Todos lo dicen en el documental con tal tranquilidad que si uno supiera que eso existe realmente sería difícil creerles que están diciendo la verdad. Los responsables de que no suceda y las mismas víctimas. Nadie parece indignado, Es la costumbre.
Las víctimas hablan
Hay inocentes encarcelados, hay culpables libres y hay quienes han cometido pequeñas infracciones que cargan grandes penas. Una víctima del sistema nos dice “Hay gente que se dedica al secuestro express, al robo y entran y salen entran y salen, en cambio hay quien se queda por un choque”.



 “Me acusan de robarme cosas de perfumería por valor de 200 pesos me condenan a seis años once días”, nos dice una entrevistada a quien al menos le permitieron hablar. “Déjanos usarte y te dejamos salir” decen mujeres que les dieron judiciales cuando las detuvieron. Otros narran sus historias terribles.
Las Lydias lidian con el sistema, Lydia Cacho, periodista grandiosa y responsable de un centro de víctimas, nos platica de un caso en que el ministerio público ni siquiera está dispuesto a levantar la demanda. Lydia Negrete nos confiesa, a pesar de ser abogada que “yo no creo que el sistema jurídico mejicano funcione”, en cierta forma es como si un sacerdote se parara un día en la misa y dijera “yo no creo que dios exista”. ¿Hasta donde ha llegado la justicia mejicana que sus propios seguidores reniegan de ella? Pero no se necesitar ser Lydia para lidiar con la justicia, ni German Dehesa que de leyes o robos no sabía nada pero igual robaba cámara en todos lados. Quizá lo tenga que decir alguien tan probo para que se crea algo que parece fantasía pero en realidad todos lo sabemos.
Los victimarios hablan
Lo más sorprendente del sistema de injusticia mejicano me parece que es la gala del cinismo.
Esto se adereza con el nepotismo con el que atienden los administradores de justicia que como administradores quizá no sea que no sepan de justicia si no que la ahorra. “Quieren consignación, hacemos consignación, que estén bien hechas ya es otra cosa” Dicen policías explicando que a ellos les pagan por consignación. Como si la “justicia” estuviera orientada a generar estadísticas y no justicia.
En la parte privada de la justicia también se cuecen habas. El abogado de las tiendas que de ninguna manera tiene pinta de doctor en derecho y ni siquiera de alguien con estudios nos dice de forma más bien prosaica de lo que parece estar orgulloso “A mí me ha tocado (SIC) asuntos en que personas en que (SIC) han robado cantidades mínimas de 17 pesos y se han tenido que ir consignadas a los reclusorios”. Otro abogado, pero del lado del defendido adinerado dice “Para sacar un cliente se necesita habilidad y dinero, ambas cosas conjugadas”. Un Ministerio público indica, cuando se le pregunta si existe la corrupción en los juzgados, como chiste cínico  “Depende en que turno jajaj… en todo Ministerio Público hay corrupción” Explica algunos términos técnicos de la corrupción, “doblate” es que el “cliente” aumente la oferta al MP. “Velita prendida” es tener dinero guardado para salir de la cárcel. Reafirma, por si no quedara claro  “Las personas que llegan a los reclusorios son los que no tienen dinero”. El fiscal de Benito Juárez en un espacio de autocrítica dice “es mejor tener un primodelincuente en la calle que a un inocente en prisión”.
Los expertos nos dicen que “La ciudad de Méjico es la ciudad que tiene más gente en las cárceles”. Sin embargo no la vemos como la ciduad más segura. Nos dan datos y más datos. “70% de los internos entran por robos menores. 99% De los delitos en Méjico quedan impunes. No tengo abogado defensor”. 70% no tuvieron abogado. 72 % de los detenidos fueron incomunicados. 80% no fueron escuchados por el juez.
El tonto en el pueblo habla

Uno de los logros del documental es haber encontrado quizá a la única persona en el mundo que no está enterada de la corrupción que existe en los penales mejicanos. Nos dice este hombre llamado Alejandro Senties que en las cárceles “casi no hay corrupción”, que todo el que esté en la cárcel está vinculada a un delito. Es necesario un valor increíble para decirlo: “Yo creo que el sistema legal en el DF… si la hay la corrupción es mínima”.


Hipótesis
Pero ¿Por qué el sistema es tan corrupto? ¿Com ose puede remediar? Las hipótesis sobre porque el sistema mejicano es tan corrupto no faltan. Según algunos es porque a los policías “Les pagan por puesta a disposición”, entonces los policías gustan de llevar gente inocente ante el MP.  Esta parece una inocente hipótesis. Otra indica que es por la no oralidad de los juicios. Y otra más dice que ni si quera eso es suficiente.
Soluciones
Según algunos, la solución es que haya juicios orales, pues en el actual sistema “los esfuerzos se concentran en la creación de un experiente no en la impartición de justicia”. Dicen que es necesario ver las reformas más exitosas (Lydia Negrete) en otros países, ver quienes lograron transformar sus sistemas en uno mejor.  Chlie tuvo un sistema similar que se reformó gradualmente. Antes era desordenado, secreto y sin plazos. Entonces todos dudaban de él. Hoy se puede comparar con el sistema mejicano con mucha más ventaja.

Concepto
Chile
México
Número de jueces por caso
3
1
Juez con respecto a la audiencia
Juez escucha en Publico
Juez Lee en privado
Ambiente
Solemne
Informal
Base de la justicia
Las escucha
Expediente
Casos simultáneos que lleva un juez
1
20
Asistentes del juez
1
15


Otros consideran que no es suficiente con implantar los uicios orales, sino que se necesitan otro tipo de reformas. Aunque no dice cuáles. Abruptamente, acaba el documental mostrando la “marcha fresa” contra la delincuencia en la ciudad de Méjico dejando un poco desconcertado al espectador.
Apreciación
El documental no sabe bien que mostrar, habla de los inocentes en la cárcel, igual que de la gente en la cárcel que sí es culpable. Cuando habla de víctimas son dobles víctimas, y directamente de la “justicia”, pero cuando habla de los que están en cárcel mereciéndolo no se sabe que puede estar criticando. Por otro lado el documental no dice nada que no sepamos. Ni siquiera sirve para indignarnos un poco, porque cualquiera que viva en Méjico ha vivido o conoce de situaciones mucho más complejas a angustiantes que las presentadas.  En términos coloquiales, es el “documental fresa” que no va al fondo del asunto ni se atreve a gritar con suficiente volumen. Quizá sea mejor que nada, igual que los juicios orales. 

 

Víctimas infantiles en el cine



Tres historias que son la misma

En un lugar donde abundan niños, éstos se vuelven víctimas de las circunstancias y de los adultos. Se repite en la realidad como en el cine. El personaje principal sufre agravios de adultos sin haber tenido ninguna culpa en ello. Aquí tenemos tres historias como ejemplo, pero se repite en una cantidad inumerable de historias fílmicas donde la historia principal es que hay una víctima infantil. 


Padre nuestro


En un convento hospicio, donde no ha llegado la reforma educativa, ni los responsables de derechos humanos se han dado la vuelta, la letra con sangre y semen entra. Llega a trabajar un profesor no religioso que algunos lo reciben bien esperando que los contagie un poco de lo bueno que pueda haber afuera. Otros lo reciben mal. Inicia con sus propios métodos que de ningún modo podrían ser clasificados como Montesori pero al menos incluyen el respeto al alumno por lo que se enfrenta al maltrato de algunos de los “hermanos” y es reprendido por los sacerdotes que no quieren progreso pedagógico, ya sea por intereses de poder o sexuales. Estos padres que no quieren el cambio en la parroquia llevan el odio hasta consecuencias fatales con la muerte de un estudiante, Liam, que con su muerte confirma que más que nombre tenía un número, 636. Nos vamos al medio oriente a bordo de una tortuga y vemos un panorama muy similar.


Las tortugas también vuelan

En un campo de guerra, donde no han llegado los tratados de Ginebra y ya se olvidaron los códigos de Nuremberg, los estados en guerra siguen plantando minas, pero no de oro y mucho menos de amor. Llega un niño (Satélite) prometiendo señales pero no de paz, sino de televisión norteamericana, como si fuera poca su presencia minera. Hasta el peor de los males tiene un beneficio, estos niños sin padres ni trabajo, desconectan las minas y las venden a la ONU. Chicos sin futuro dedicados a poner en riesgo su vida o al menos su integridad. Muchos de esos busca bombas no tienen brazos pero “son los mejores porque ya no tienen miedo de perderlos”. Familias se reducen a lo que quedó de las circunstancias. Un niño (Hengoy) ve el futuro, aunque no vio el suyo, tío manco de un ciego, producto bastardo de la violación de los soldados americanos a su hermana. Ahora es hermano, tío, padre y manco funcional. Esa familia deambulará en el desierto en la frontera con el país enemigo, en la frontera con la locura y el abismo que es la frontera con la vida. Una vida gris, pero también hay vidas rosas.


Mi vida en rosa

En un residencial de lujo donde no es que todo sea normal, pero todo debe parecerlo, aún no han llegado las ideas de la ilustración a pesar de ser la cuna. A una familia típica de la clase trabajadora pero acomodada francesa, cuando su hijo menor (Ludovic) hace uso de su derecho a preferir una sexualidad que otra, se le acaba el mundo, sufre el rechazo y la tortura sicológica, logra la expulsión escolar, por firmas. El padre pierde el trabajo y el chico recibe violencia.

Ludovic, Hengov o Liam: siempre hay una víctima. Francia, Kurdistan o Irlanda; siempre hay un lugar. Conservadurismo, Guerra o Orfandad: siempre hay una causa. Homosexualidad, petróleo o religión: siempre hay un pretexto. Mojigatos, imperialistas o sacerdotes: siempre hay victimarios. Parece que solo cambian los nombres de las cosas pero lo que no cambia es la victimización. No hay mapa ni escalera de la victimización. Hay vulnerables por todas partes y lo más son los niños. Los lugares no importan, pueden ser países desarrollados (Francia), en vías de desarrollo (Irlanda) o subdesarrollados (Kurdistan), de cualquier forma los derechos escritos no se materializan.


Infancia victimizada

En los tres casos vemos niños, no sólo niños, pero son los primeros en saber por donde ha llegado el golpe. Las víctimas infantiles tienen una primera victimización cuando uno de sus derechos es violado (la libertad sexual en Ludovic, la integridad física en el caso de Hengoy y la libertad y desarrollo en Liam), luego hay una segunda victimización pues su familia sufre (el desempleo y humillación con la de Ludovic, la desintegración y muerte con la pequeña familia improvisada por el mismo Hengoy y Liam), Pero los que deberían cuidar son los primeros perpetradores o elegantemente llamados victimarios. Que son dobles victimarios, pues victimizan y en segundo por que su función era restaurar. Llos hermanos de Lodovic que no lo protegen de agresores, la ONU con Hengoy que mejor lo acercan a las minas comprándolas que alejandolo de ellas, o para Liam, la Iglesia católica, “la perversa, la simplona, la puta de babilonia”, como diría Fernando Vallejo, que debería cuidar de “las almas” y las destroza. Los tres casos son de víctimas con una doble condición de desventaja, la primera que son niños, y la segunda es variable, para Ludovic que es homosexual, para Liam que es pobre, para Hengoy que es discapacitado.


Las tres historias son la misma. En un solo resumen se podría estar hablando de las tres historias con sólo eliminar algunos detalles. La ilustración lo muestra también.





La universalidad de la victimización

Vemos entonces que la victimización es universal, no importa el continente, el idioma, la causa o el pretexto. Todos los idiomas tienen una palabra para ese que sufre por consecuencias ajenas a si mismo. La victimización parece ir implícita en el código genético. Podríamos pensar que en la nación de las Luces, La France, el razonamiento se impondría sobre la barbarie, pero no es así. Lo mismo en una zona residencial, que en un campamento de guerra, que en un convento; siempre hay heridos, unos en su cuerpo y otros en su mente. El nivel económico, la religión, no eximen a nadie de ser víctimas. Hay víctimas en todas las latitudes y formas de pensar, las ideologías generan víctimas, lo mismo que los sentimientos y las acciones. 

Si bien las tres historias se parecen en que ex difícil alcanzar la paz: entre personas de todas las tendencias sexuales, entre personas de todas las religiones o entre naciones ricas y pobres, se parecen las tres en que la víctima siempre es el más débil. Aunque los victimólogos nos digan que a veces el victimario se convierte en víctima, esto es ciertamente difícil. El padre violador, tan frecuente en Méjico como en Irlanda, realmente no acaba como en la película, siempre acaba en otra parroquia violando a otros niños cuyos padres irresponsables los dejan al “designio de Dios”. Los agresores a la libertad sexual, siempre acaban con el respaldo de la ley. Y en el caso más grave, el de la guerra, quien gana es el héroe. Estados Unidos que por petróleo es capaz de exterminar a la humanidad, sigue sin firmar protocolos, sigue participando como miembro de honor en todos los comités, entonces pueblos enteros se vuelven víctimas del dinero y avaricia. El victimario en esta sociedad, parece que siempre gana. 

En los tres casos hay un poder que impone una idea hegemónica, para Ludovic los cánones sociales, para Hangoy la idea de occidente y para Liam el catolicismo.







Podemos comparar las tres películas y veremos más semejanzas que diferencias.
Película
Las tortugas también vuelan
Mi vida en rosa
Padre nuestro
Lugar
Irak
Francia
Irlanda
Idioma
Arabia
Frances
Inglés
Religión
Musulmana
irrelevante
Católica
Pretexto
Petroleo
Ideas obsoletas
Religión
Falso propósito
Ninguno
Buenas costumbres
Dios
Familia
Hermanos, sobrinos,
 hijos
Familia tradicional
Grupo
Motivo de vulnerabilidad
huérfanos
homosexual
Pobres
Sitio
Campamento de guerra
Barrio rico
Convento hospicio
Grupo
 victimizado
Colectiva
Individual
Colectiva
Antigüedad de la victimización
Capitalismo
Histórico desde
después del
 periodo clásico
Histórico desde el cristianismo
Tipo de
víctima
Inocente
Inocente
Inocentes

¿Esperanza?

Aunque las historias de las tres películas se paren en todo lo inaceptable, también en todo lo esperanzador. La esperanza para Ludovic, es su abuela, esa señora que piensa más allá de razonamientos comerciales. Para el manco Hengoy, la esperanza es Satélite que como buen satélite, con charlatenería o sin ella, siempre anda viendo que hay aquí o allá. Y para Liam, la esperanza que aunque no evita su muerte existe, es la tolerancia de un profesor sino ateo, al menos laico.


Podríamos establecer una “ecuación victimal” que nos da algo de esperanza:









Tipo de víctimas
Muchos verán quizá en Ludovic a una víctima precipitadora, pues si no se hubiera puesto “el vestido” no hubiera ocurrido todo el desmán causado. A Hangoy lo pueden ver como una víctima facilitadora, pues de no ponerse a desconectar bombas no le habrían estallado y a Liam provocadora, pues de no haber robado no habría caído con los curas violadores. En el debate que se da en la victimología sobre la culpabilidad compartida, entre las corrientes “culpantes” y “eximidoras” de las víctimas (Andrew, 107 ss) , se busca entender si es válido asignar una porción de culpa a la víctima. Cuando los primeros victimologos se preguntan porque hay víctimación repetida, consideran que la víctima participa en el crimen en cierta forma. Desde mi particular forma de ver el problema, creo que eso solo sería válido si el estado no se autoproclamara como monopolio legítimo de la violencia y si no hubiera leyes ni la lógica legal fuera bajo la afirmativa ficta (si no está escrito, está permitido). El ejemplo clásico de la corriente “culpante de la víctima” es la persona que deja las llaves en su carro. ¿es responsable de que se lo roben? Aunque para mi parece obvio que no, si seguimos todos los principios del derecho, muchos victimólogos aunque no todos, coinciden en que sí. Pero entonces no es cierto que la ley debe ser escrita? Pues en ningún lugar dice que debo cuidar mis cosas. En el caso de personas que rompen la ley y en ese momento se hacen ellos mismos víctimas está justificada esa posición pero en el contrario creo que no. 


Ahora, en el caso de las películas, que ninguno de los niños victimizados, tiene responsabilidad ni en grado de precipitación, facilitación ni provocación. Llegaron al mundo cuando el problema que los tiene así ya estaban. 


Iter victimis

El camino victimal también es muy semejante en los tres casos.


Ludovic: el niño descubre su orientación sexual -> los padres se asustan .> la comunidad se asusta-> el niño se asusta y reduce su autoestima


Liam: el niño se encuentra en una situación económica desfavorable -> el niño roba (en el caso de los niños si es válido asociar la pobreza a la justificación del robo) -> el niño cae en un lugar peor que la calle


Hangoy: el niño se encuentra en una situación económica desfavorable e insegura viviendo en un país en guerra-> el niño se emplea desactivando bombas –>Una bomba le explota -> empeora su condición económica


En los tres casos vemos un círculo vicioso.


Relación victimal de los niños con sus victimarios:


En el caso de Liam y Ludovic, los victimarios son de la misma comunidad, si así se le puede llamar. En el caso de Hangoy, el victimario es un ente superior (el estado).


CONCLUSION


La victimización es universal, y no hay fronteras para ella. Se cree que los ricos no son víctimas pero también lo son. La victimización se relaciona siempre con un poder que puede vestir distintos trajes.



Bibliografía

Karmen, Andrew. Crime Victims – an introduction to victimology. Wadsworth, 2010.

Rodriguez Manzanera Luis. Victimología. Porrúa, 2012


Todo lo que tu quieras, hasta arruinar mi película

Con una duración de 101 minutos que ciertamente parecen menos, Archero logra dirigir a partir de un guión de el mismo una película atrevida en su contenido y muy convencional en su forma. Con una dinámica de imagen  más propia de la publicidad que del cine a tal grado que podemos pensar que pronto comenzarán los cortes comerciales, también logra involucrar al espectador en una narración muy ágil con una explosión de emociones muy bien vendidas en el mercado de las películas para todo público: tristeza, amor, decepción. Una combinación perfecta pero ahora hasta con su dosis open mind fresa. La fotografía cuyo principal logro es contener una narración alternativa al diálogo es fresca. El trabajo teatral de los actores, sobre todo de la niña hacen de ésta una perfecta confección. Todo cuadra, una narración limpia y bien hecha. Así que lo que se quiera criticar tendrá que ser desde la perspectiva la historia pues la película como tal carece de problemas.

Leo es un abojado joven que no tiene mucho tiempo para su hija aunque cuando la ve se divierten juntos. Mientras, su madre se hace cargo pero muere de un ataque epiléptico. Así, el padre comienza a descuidar en alguna medida el trabajo. El hombre va a un bar donde critica a un homosexual. La niña siente una gran extrañeza de no ver a su madre, y sin comprender bien que ella  ha muerto, la niña le comienza sugerir que necesita una madre. El hombre tiene relaciones ocasionales con una mujer, pero en el acto sexual le comienza  a llamar por el nombre de su antigua esposa.

El punto sin retorno es cuando la niña le solicita a Leo que se vista como muer para recordar a su madre. Esto tiene un efecto en la escuela donde creen que la niña se ve perjudicada por el juego que tiene con el padre y tratan de quitársela. El comienza todas las noches a trasvestirse, cuando hace caso a la escuela de que está  sufriendo la niña, el ve que la niña está consiente de todo y es su fantasía infantil la que le impide verlo como papá. Ella le dice que quisiera que de día también se vistiera como su madre. Sin importarle, se viste como mujer a donde sea y es discriminado por ello. Recibe recriminaciónes de la escuela de monjas de su hija, de su socio y en general de todo mundo. Pero no le importa. En un cuarto de hotel donde se refugian de una tormenta, no sin sufrir las recriminaciones del hotelero, la niña  lo vuelve a ver como padre y ella misma le limpia el maquillaje.

Una película  con excelente fotografía, guión, música y actuaciones, pero  que poco sirven en una historia en la que el escritor no se atrevió a llegar a las últimas consecuencias en sus respuestas al "que pasaría sí". Al escritor le pasa lo mismo que a sus personajes secundarios que agreden al personaje central por ser travesti. Porque el escritor perdona a su mismo personaje de cometer el terrible acto de ser travesti. El narcisismo narrativo le hace corregirle el rumbo. Parece que no soporta ver a su propio personaje vestido de mujer, y huye de esa situación que era el único desenlace lógico en una situación tan inverosimil. Es decir, lo único que salvaría de la inversimilitud de que un hombre se trasvista porque su hija se lo pide para recordar a su madre, es que lo siga haciendo. Si no queda como el famoso sueño de las historias de terror de mala calidad. El escritor tenía la obligación de asumir las consecuencias de su hipótesis. Pero le da el final feliz de los cuentos infantiles, sí se vistió de mujer, si lo golpearon, si quería la niña que hiciera eso, pero... todo fue un sueño. Ahora ya es el hombre que en realidad siempre fue.

Tanto trabajo que le costó que le concedamos de que puede ocurrir bajo los principios planteados lo que estamos viendo, tanto trabajo que le costó al director convencernos de que en algún lugar es viable al pie de la letra la vieja cuestión de «por ti haría cualquier cosa» que normalmente queda como un vocablo viejo y hecho por puro compromiso, para que al final saboteé la historia. Por ti me vestiría de mujer primero en la noche y luego de día, por ti perdería a mi socio y mi caso, y en todo caso hasta mi vida. Es el principio del padre que nos presentan, primero rudo y luego un ángel. Muchos críticos se han ido sobre esta película tachándola de poco original, o con pocos recursos narrativos, lo mismo que su primer plano, y poco convincente. Realmente resulta hoy poco convincente que alguien haga cualquier cosa por alguien, incluso si ese alguien es su hija. Pero el director aunque está jugando, sabe a lo que juega, formula todo como una hipótesis, ¿qué pasaría si un padre hiciera todo por su hija? El problema es que cuando tiene una posibilidad la estropea.

El personaje está dispuesto a hacer lo que sea por su hija, ella solo tiene que pedir. Pocas veces el título de una película es tan evocativo como este. Nos da la sensación de que el director o el escritor, echaron a perder su película por alguna petición infantil. La trama trascurre, ya ni siquiera le interesa a Leo lo que piensen, está entregado a su pequeña, podría bailar desnudo en la Fuente de las Cibeles de Madrid. Y es en ese momento, cuando ya nada le importa, cuando ya está entregado y nada le importa, cuando no llega a salvarlo la niña, ni la vida o la sociedad, llega a salvarlo el mismo escritor, y es lo que no es razonable en una cinta. Es el escritor quien arma la catástrofe y quien vuelve a acomodar las cosas desde afuera. El escritor está para meter en problemas a los personajes, no para resolverles la vida.  Este escritor es bueno y compasivo, a decidido cuidar a sus «hijos», a hacer los que dice la película «todo lo que tu quieras» con respecto a sus personajes. Y si el personaje está en aprietos fatales llega el escritor a perdonarlo como si fuera un dios. Pero no solo eso, no se da cuenta que al perdonar eso que los demás consideran pecaminoso, el también lo está considerando pecaminoso dejando por resultado una historia moralina y mediocre. A ese dios se le olvida que el argumento y la hipótesis ya estaban planteados, ya se había preguntado «que pasaría sí?», ya no hay vuelta de hoja. Llega el escritor con su pluma y hace lo más inverosímil, que la niña le diga que ya no le gusta que sea su madre.
Si bien esa hipótesis podría funcionar  no se sostiene de ningún ancla, sólo fue el escritor con su autoridad quien llegó a salvar a todos los espectadores chillones que pudieron haber visto un final fatal: que Leo se extirpara sus órganos sexuales masculinos (dícese aplicarse la jarocha), que Leo se suicidara, que ahorcara a la niña ultra peticionista, o bien, respetando la vida del protagonista como hacían los caballeros del clacisismo, que la niña le pidiera algo aún más imposible, que se volviera mujer y que tuviera un hijo porque ahora la chamaca quisiera tener hermano, o que se cortara las piernas para ser de la estatura de su madre, que se dejara la barba para ir a trabajar de la mujer barbona, que se implantara un pecho para ser amazona, en fin, millones de finales posibles cuando se deja al personaje resolver la historia. Pero sólo un final cuando es el escritor quien ha de resolver todo. Entonces hecha a la borde todo lo que parecía su malestar por el status quo. Retira su inconformidad.

Así, el escritor se desarma ante la catástrofe, llora ante su propia historia, se inca y pide perdón de todas sus preguntas, pide perdón del que pasaría y decide retirarse  con su insolencia dejándonos una película que iba a ser buena a medio buena o medio mala, una película que iba a ser de dos horas, de una y media. Que iba a ser devastadora en dominguera y que iba a ser inmortal, en pasajera. Y aún así, en ese final bastardo lleno de melchocha, que nos recuerda que el mundo es bello aunque no lo sea, se respira todavía la realidad planteada, una niña que había hecho de su madre cualquier cosa, decide recordarla con los ojos cerrados, en ese momento que muere Leo «reina queen» y revive Leo hombre macho, nace la madre de nuevo, aunque en el recuerdo, y con ello para siempre. La familia recobra su tristeza y con eso su humanidad. Obviamente es una película que vale la pena ver y dejarla unos minutos antes de que acabe.



Secuencia:
Leo Velazco (Juan Digo Botto, Argentina 1975), un joven abogado, lleva casos civiles, de familias peleando, madres que quieren o no quieren a su hijo, luchas patrimoniales. En particular lleva el caso de un homosexual (Jose Luis Gómez, España, 1940), que en la cinta sólo actúa para decirnos que Leo es un homófobo de cepa sin respeto a las personas con preferencias diferentes a las de él. Sin embargo, con su familia es un tipo tolerante aunque ensimismado en su trabajo. Su esposa Alicia (Ana Risueño, España, 1969) es una gran madre con Dafne, su hija. Le lee cuentos en la noche y disfruta el tiempo con ella.
 La madre es la que lleva a la niña a sus actividades, a divertirse, disfruta con ella sus vacaciones navideñas. La lleva al parque y ahí es donde mientras la chicha juega, la madre muere. Al parecer de un ataque de epilepsia.  La niña estaba muy apegada a la madre y sufre mucho la falta. El confiesa que no está seguro de si podrá resistir la situación.
La niña comienza a tener algunas fallas en la escuela, o lo que creen los maestros que son fallas, el comienza a tomar los roles de madre, aunque un poco inadaptado aún, se hace por primera vez cargo de la niña. El tiene una amiga que al juzgar por los razgos que muestra, está interesado en él. La niña la ve como una madre potencial. Van al teatro a la función de un amigo de su amiga que es el mismo homosexual a quien Leo atiende.
En la obra ocurre una situación desfavorable donde Leo expone al homosexual. El suceso no pasa a mayores y el acaba con su amiga teniendo sexo pero el recuerda a su mujer y así le llama. Le pide que se lo permite, mostrando así la nostalgia insoportable que siente. La amiga puede comprenderlo para se va al anochecer sin que el lo note como indicando que no le interesa una situación de esa naturaleza.

Su hija le pide que se vista de su madre para recordarla y él lo hace. De esta forma la niña comienza a recordarla.

Convierten la situación en un juego, pero mientras el juego tiene su plasticidad, también tiene su alma, el comienza a contarle cuentos, y comienza curiosamente ya no a ser madre, sino también el padre que era a medias.

Pide a su cliente homosexual que lo asesore sobre como vestirse y parecerse a su esposa. La niña le pide que el juego no sea sólo en la noche, y el la lleva vestido de mujer a la escuela. La niña recobra parte de su felicidad, pero en la escuela reclaman, los moralinos de siempre salen al ataque.

Entre la mojigatería y el machismo anti «queen», es golpeado y acaba en el hospital por un grupo de jóvenes homófobos.

Al final la niña como por arte de magia decide que ya no quiere ver a su madre en su padre. Ella misma limpia su rostro sellando una especie de pacto de amor, en el cual reconoce a su padre y que su madre ha muerto, pues la recordará «con los ojos cerrados».