sábado, 8 de abril de 2023

 

La Tár-a del me too
Tonatiuh Meaney






Con esa pieza tan sencilla BWV 846 comienza la música como la conocemos. Según algunas personas expertas en musicología, eurocentristas, la estructura musical moderna comienza con el clave bien temperado, que son una colección de 24 preludios y fugas que tienen la particularidad de cubrir todas las tonalidades mayores y menores, con lo que Bach demuestra que una determinada afinación, permite la movilidad en un instrumento de una tonalidad a otra, que no era posible con la afinación pitagórica. Aunque Bach no publicó o estrenó todas estas piezas de golpe, las fue juntando a lo largo de los años, y al terminar tenía claro que la  modificación en la afinación por la que la música transitaba, permitía la movilidad de tono. Por eso estas piezas las recetan a los estudiantes de distintos instrumentos, e incluso esta solución es un problema que se estudia en las materias de geometría, yo tuve que hacer un trabajo final al respecto cuando estudiaba matemáticas. Si la colección comienza con la popular Preludio en Do mayor, alguien podrá decir, ignorando algunos hechos, que la música comienza con esa pieza.

Aquí está: Preludio en DO Mayor, Bach

Es simplemente maravillosa, abres una modesta cajita y sale el universo. Esto trata de explicar Tár a su estudiante con ideas sensoriales que él se niega aceptar por el prejuicio de que Bach es macho. Pero aunque esta pieza es el climax del pretexto de eurocentristas y  patriarcalistas de llamarle a Bach el padre de la música, aun con todas las exageraciones visibles, esa pieza tan sencilla y de autor tan complejo, son importantísimos en la música. Nuestras vidas son aunque sea un poco diferentes de como serían de no existir este preludio. Que además fue un preludio a la construcción de las grandes obras musicales. Ni siquiera el regeton sería igual. Pero a Tár, en vez de ocurrírsele argumentar eso a su estudiante antibachiano, por ser un macho que se dedica a poblar al mundo de hijos (pero también de música), le dice a su estudiante que es un robot quiado por ideas ajenas. Lo cual resulta un insulto a alguien como ese joven no binario, que considera que está participando en la formación de una nueva época. Ella lo destruye inundandolo de ironía, que además, prejuiciosa, acaba haciendo lo que el joven y de paso nos deja ver que ella no es una buena persona. 

En otras ocasiones Tár, la directora de moda, la genia de la dirección y la gran sensación muestra su arrogancia alimentada también por la fama y el dinero en el mundo del snobismo. Su payasadez que refrenda desde que elije que comer, hasta que vestir o que decir, aunque esto últmo no lo haga con absoluta elegancia. Por un lado la vemos alternar su vida entre un maravilloso departamento en Berlín y un estudio en un viejo edificio. Aun si la películo no nos gustara, el simple hecho de paseamos con esa cámara indiscreta por esa maravillosa ciudad de Berlín en sus rincones y al mismo tiempo por los rincones de claroscuros de la vida diaria de esta mujer, nos darian votos suficientes para aceptarla. Finalmente la película nos da curiosamente un concierto, que es parte de los que quiere narrar. Pareciera que el director de pronto se cree director de orquesta y no de cine. Y pasa por distintos tempos, ritmos y hasta tonos. Como aprovechando un clave bien temperado pero del cine que le permite aburrirte si quiere y luego dramatizarte. Así de pronto estamos en un largo, con una reflexión infumable, y de pronto pasamos a un vivace que acaba con una vecina muerta. Pasa del tono mayor del consuelo con su pareja al menor con el desencanto profesional. Y hasta el ritmo que sin llegar a la polirritmia (que buscando analogías podríamos encontrar quizá en Lola corre lola), si cambia de una narración estructurada, digamos cuatro cuartos a una menos convencional. Y hasta el instrumental, de pronto es un aburrido tintineo de triángulo, y de pronto nos despierta un bongo.

 Vemos a Tár amenazar a la compañerita buly de su hija adoptiva. Si vuelve a molestar a su hija, la va a conocer. Ella se declara el padre de la niña, Petra, que es hija biológica de su novia Sharon. Y con esto nos pone en una contradicción, es lo suficientemente elástica para ser directora en un mundo de directores, pero regresa al patriarcalismo que el joven criticaba a Bach. Vemos también a Tar correr a un subdirector técnico de la orquesta, o un puesto así, porque ha opinado que el clarinete está tocando demasiado fuerte, esto la lleva a tener la certeza de que ya está viejo y hay que reemplazarlo. Eso tiene Tár, certezas. Así se espera que sea una directora de orquesta, precisa y decidida. Y no le importa tomar ese papel, aun a costa de borrar su humanidad o la de otras personas.

 Pero el mundo está lleno de malas personas que no sobrepasan la línea. Tár, comienza a recibir acusaciones de acoso laboral y sexual. Sus enemigos bien ganados aportarán lo que pueda a esa hola. Distintas mujeres confirman que ellas también han sido víctimas. Lo peor ocurre cuando es acusada de ser la responsable del suicidio de una colaboradora que tomó demasiado enserio sus palabras. Vemos a una Tár capaz de hacer cualquier cosa, de destruir a cualquiera cuando deja las notas y toma las palabras, pero no la vemos haciendo dichas cosas. Vemos su potencial pero no la acción. Pero el me too que es un sustituto de la expulsión de la paz medieval también llamado destierro que no necesita pruebas más que dichos. Cualquiera podía ir a la hogera a la expulsión, esto último le toca a Tár. Y ya activado el me too, hasta su pareja le voltea la espalda, y le da significado a la ausencia de Tár como producto de la infidelidad. Vemos a la Tár capaz de hacerlo por no haciéndolo. Así, se vuelve una película, también de sonidos, como la música. Pero aquí los sonidos son decires. El video de la profesora maltratando en clase, que sube un estudiante es la prueba, una pancarta es una manifestación es la prueba. Las palabras que son sonidos se convierten en medio de prueba. Y ese regreso a la edad media es solo posible, cuando toda la tara del patriarcalismo ha hecho en nuestra vida que a una persona acosada al ir a denunciar resulte solo  revictimizada. 

La justicia moderna no tiene la fuerza para juzgar probables responsables, así que el mee too decide tomar la justicia por sus manos. Y dice, habrá inocentes que paguen pero valdrá la pena con los culpables que caigan. Y culpa antes del juicio. Le quita a la gente el derecho de ser vencido en juicio, pero es cierto, una vez que la justicia a desaparecido. Y las víctimas tienen que volver a explorar los caminos, incluso los medievales.  

Sí, la película habla de la cancelación, pero también del abuso escolar y laboral y sobre todo de la sustitución de la justicia ante su mismo fracaso por el me too. Tiene el gran acierto de dejar todo en el sonido, el decir, y no el ver. No vemos a Tár orillando al suicidio, solo oimos que alguien dijo algo que otro dijo. Es el me too como renuncia a la venganza pública como medio de pena y regresa a la venganza privada y la vergüenza pública, sin proporcionalidad de penas y con la desaparición del estado como administrador de justicia. Así la historia de Tár es la historia de la tara de la justicia que llevó a la tara del mee too y nunca sabremos si Tár era o no culpable de todas las acusaciones y con la fuerza del me too para destruir vidas independientemente de la culpabilidad o no, no sabremos si Tár está viviendo esa reacción en cadena de retrocesos como karma o una nueva injusticia del me too, que lo muestra su última genial, sorpresica, decadente pero gloriosa escena.


 Tár (EU, 2022, 158 mins., Todd Field)


No hay comentarios:

Publicar un comentario