lunes, 30 de diciembre de 2013

Víctimas infantiles en el cine



Tres historias que son la misma

En un lugar donde abundan niños, éstos se vuelven víctimas de las circunstancias y de los adultos. Se repite en la realidad como en el cine. El personaje principal sufre agravios de adultos sin haber tenido ninguna culpa en ello. Aquí tenemos tres historias como ejemplo, pero se repite en una cantidad inumerable de historias fílmicas donde la historia principal es que hay una víctima infantil. 


Padre nuestro


En un convento hospicio, donde no ha llegado la reforma educativa, ni los responsables de derechos humanos se han dado la vuelta, la letra con sangre y semen entra. Llega a trabajar un profesor no religioso que algunos lo reciben bien esperando que los contagie un poco de lo bueno que pueda haber afuera. Otros lo reciben mal. Inicia con sus propios métodos que de ningún modo podrían ser clasificados como Montesori pero al menos incluyen el respeto al alumno por lo que se enfrenta al maltrato de algunos de los “hermanos” y es reprendido por los sacerdotes que no quieren progreso pedagógico, ya sea por intereses de poder o sexuales. Estos padres que no quieren el cambio en la parroquia llevan el odio hasta consecuencias fatales con la muerte de un estudiante, Liam, que con su muerte confirma que más que nombre tenía un número, 636. Nos vamos al medio oriente a bordo de una tortuga y vemos un panorama muy similar.


Las tortugas también vuelan

En un campo de guerra, donde no han llegado los tratados de Ginebra y ya se olvidaron los códigos de Nuremberg, los estados en guerra siguen plantando minas, pero no de oro y mucho menos de amor. Llega un niño (Satélite) prometiendo señales pero no de paz, sino de televisión norteamericana, como si fuera poca su presencia minera. Hasta el peor de los males tiene un beneficio, estos niños sin padres ni trabajo, desconectan las minas y las venden a la ONU. Chicos sin futuro dedicados a poner en riesgo su vida o al menos su integridad. Muchos de esos busca bombas no tienen brazos pero “son los mejores porque ya no tienen miedo de perderlos”. Familias se reducen a lo que quedó de las circunstancias. Un niño (Hengoy) ve el futuro, aunque no vio el suyo, tío manco de un ciego, producto bastardo de la violación de los soldados americanos a su hermana. Ahora es hermano, tío, padre y manco funcional. Esa familia deambulará en el desierto en la frontera con el país enemigo, en la frontera con la locura y el abismo que es la frontera con la vida. Una vida gris, pero también hay vidas rosas.


Mi vida en rosa

En un residencial de lujo donde no es que todo sea normal, pero todo debe parecerlo, aún no han llegado las ideas de la ilustración a pesar de ser la cuna. A una familia típica de la clase trabajadora pero acomodada francesa, cuando su hijo menor (Ludovic) hace uso de su derecho a preferir una sexualidad que otra, se le acaba el mundo, sufre el rechazo y la tortura sicológica, logra la expulsión escolar, por firmas. El padre pierde el trabajo y el chico recibe violencia.

Ludovic, Hengov o Liam: siempre hay una víctima. Francia, Kurdistan o Irlanda; siempre hay un lugar. Conservadurismo, Guerra o Orfandad: siempre hay una causa. Homosexualidad, petróleo o religión: siempre hay un pretexto. Mojigatos, imperialistas o sacerdotes: siempre hay victimarios. Parece que solo cambian los nombres de las cosas pero lo que no cambia es la victimización. No hay mapa ni escalera de la victimización. Hay vulnerables por todas partes y lo más son los niños. Los lugares no importan, pueden ser países desarrollados (Francia), en vías de desarrollo (Irlanda) o subdesarrollados (Kurdistan), de cualquier forma los derechos escritos no se materializan.


Infancia victimizada

En los tres casos vemos niños, no sólo niños, pero son los primeros en saber por donde ha llegado el golpe. Las víctimas infantiles tienen una primera victimización cuando uno de sus derechos es violado (la libertad sexual en Ludovic, la integridad física en el caso de Hengoy y la libertad y desarrollo en Liam), luego hay una segunda victimización pues su familia sufre (el desempleo y humillación con la de Ludovic, la desintegración y muerte con la pequeña familia improvisada por el mismo Hengoy y Liam), Pero los que deberían cuidar son los primeros perpetradores o elegantemente llamados victimarios. Que son dobles victimarios, pues victimizan y en segundo por que su función era restaurar. Llos hermanos de Lodovic que no lo protegen de agresores, la ONU con Hengoy que mejor lo acercan a las minas comprándolas que alejandolo de ellas, o para Liam, la Iglesia católica, “la perversa, la simplona, la puta de babilonia”, como diría Fernando Vallejo, que debería cuidar de “las almas” y las destroza. Los tres casos son de víctimas con una doble condición de desventaja, la primera que son niños, y la segunda es variable, para Ludovic que es homosexual, para Liam que es pobre, para Hengoy que es discapacitado.


Las tres historias son la misma. En un solo resumen se podría estar hablando de las tres historias con sólo eliminar algunos detalles. La ilustración lo muestra también.





La universalidad de la victimización

Vemos entonces que la victimización es universal, no importa el continente, el idioma, la causa o el pretexto. Todos los idiomas tienen una palabra para ese que sufre por consecuencias ajenas a si mismo. La victimización parece ir implícita en el código genético. Podríamos pensar que en la nación de las Luces, La France, el razonamiento se impondría sobre la barbarie, pero no es así. Lo mismo en una zona residencial, que en un campamento de guerra, que en un convento; siempre hay heridos, unos en su cuerpo y otros en su mente. El nivel económico, la religión, no eximen a nadie de ser víctimas. Hay víctimas en todas las latitudes y formas de pensar, las ideologías generan víctimas, lo mismo que los sentimientos y las acciones. 

Si bien las tres historias se parecen en que ex difícil alcanzar la paz: entre personas de todas las tendencias sexuales, entre personas de todas las religiones o entre naciones ricas y pobres, se parecen las tres en que la víctima siempre es el más débil. Aunque los victimólogos nos digan que a veces el victimario se convierte en víctima, esto es ciertamente difícil. El padre violador, tan frecuente en Méjico como en Irlanda, realmente no acaba como en la película, siempre acaba en otra parroquia violando a otros niños cuyos padres irresponsables los dejan al “designio de Dios”. Los agresores a la libertad sexual, siempre acaban con el respaldo de la ley. Y en el caso más grave, el de la guerra, quien gana es el héroe. Estados Unidos que por petróleo es capaz de exterminar a la humanidad, sigue sin firmar protocolos, sigue participando como miembro de honor en todos los comités, entonces pueblos enteros se vuelven víctimas del dinero y avaricia. El victimario en esta sociedad, parece que siempre gana. 

En los tres casos hay un poder que impone una idea hegemónica, para Ludovic los cánones sociales, para Hangoy la idea de occidente y para Liam el catolicismo.







Podemos comparar las tres películas y veremos más semejanzas que diferencias.
Película
Las tortugas también vuelan
Mi vida en rosa
Padre nuestro
Lugar
Irak
Francia
Irlanda
Idioma
Arabia
Frances
Inglés
Religión
Musulmana
irrelevante
Católica
Pretexto
Petroleo
Ideas obsoletas
Religión
Falso propósito
Ninguno
Buenas costumbres
Dios
Familia
Hermanos, sobrinos,
 hijos
Familia tradicional
Grupo
Motivo de vulnerabilidad
huérfanos
homosexual
Pobres
Sitio
Campamento de guerra
Barrio rico
Convento hospicio
Grupo
 victimizado
Colectiva
Individual
Colectiva
Antigüedad de la victimización
Capitalismo
Histórico desde
después del
 periodo clásico
Histórico desde el cristianismo
Tipo de
víctima
Inocente
Inocente
Inocentes

¿Esperanza?

Aunque las historias de las tres películas se paren en todo lo inaceptable, también en todo lo esperanzador. La esperanza para Ludovic, es su abuela, esa señora que piensa más allá de razonamientos comerciales. Para el manco Hengoy, la esperanza es Satélite que como buen satélite, con charlatenería o sin ella, siempre anda viendo que hay aquí o allá. Y para Liam, la esperanza que aunque no evita su muerte existe, es la tolerancia de un profesor sino ateo, al menos laico.


Podríamos establecer una “ecuación victimal” que nos da algo de esperanza:









Tipo de víctimas
Muchos verán quizá en Ludovic a una víctima precipitadora, pues si no se hubiera puesto “el vestido” no hubiera ocurrido todo el desmán causado. A Hangoy lo pueden ver como una víctima facilitadora, pues de no ponerse a desconectar bombas no le habrían estallado y a Liam provocadora, pues de no haber robado no habría caído con los curas violadores. En el debate que se da en la victimología sobre la culpabilidad compartida, entre las corrientes “culpantes” y “eximidoras” de las víctimas (Andrew, 107 ss) , se busca entender si es válido asignar una porción de culpa a la víctima. Cuando los primeros victimologos se preguntan porque hay víctimación repetida, consideran que la víctima participa en el crimen en cierta forma. Desde mi particular forma de ver el problema, creo que eso solo sería válido si el estado no se autoproclamara como monopolio legítimo de la violencia y si no hubiera leyes ni la lógica legal fuera bajo la afirmativa ficta (si no está escrito, está permitido). El ejemplo clásico de la corriente “culpante de la víctima” es la persona que deja las llaves en su carro. ¿es responsable de que se lo roben? Aunque para mi parece obvio que no, si seguimos todos los principios del derecho, muchos victimólogos aunque no todos, coinciden en que sí. Pero entonces no es cierto que la ley debe ser escrita? Pues en ningún lugar dice que debo cuidar mis cosas. En el caso de personas que rompen la ley y en ese momento se hacen ellos mismos víctimas está justificada esa posición pero en el contrario creo que no. 


Ahora, en el caso de las películas, que ninguno de los niños victimizados, tiene responsabilidad ni en grado de precipitación, facilitación ni provocación. Llegaron al mundo cuando el problema que los tiene así ya estaban. 


Iter victimis

El camino victimal también es muy semejante en los tres casos.


Ludovic: el niño descubre su orientación sexual -> los padres se asustan .> la comunidad se asusta-> el niño se asusta y reduce su autoestima


Liam: el niño se encuentra en una situación económica desfavorable -> el niño roba (en el caso de los niños si es válido asociar la pobreza a la justificación del robo) -> el niño cae en un lugar peor que la calle


Hangoy: el niño se encuentra en una situación económica desfavorable e insegura viviendo en un país en guerra-> el niño se emplea desactivando bombas –>Una bomba le explota -> empeora su condición económica


En los tres casos vemos un círculo vicioso.


Relación victimal de los niños con sus victimarios:


En el caso de Liam y Ludovic, los victimarios son de la misma comunidad, si así se le puede llamar. En el caso de Hangoy, el victimario es un ente superior (el estado).


CONCLUSION


La victimización es universal, y no hay fronteras para ella. Se cree que los ricos no son víctimas pero también lo son. La victimización se relaciona siempre con un poder que puede vestir distintos trajes.



Bibliografía

Karmen, Andrew. Crime Victims – an introduction to victimology. Wadsworth, 2010.

Rodriguez Manzanera Luis. Victimología. Porrúa, 2012


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