viernes, 6 de mayo de 2011

Como en las películas de caníbales

Peliculas de Canibales

Tonatiuh Meaney


Siempre me ha dado horror el canibalismo, pero ojo, sólo por ser un caso particular del carnivorismo. Nunca he entendido eso de comer carne, se ve tan horrible, huele tan mal y a tanta muerte, con un obvio aroma de descomposición inicial y sangre, que nunca he sido santo de su devoción, me encantan las calabazas con queso y las zanahorias con huevo. La leche y el huevo son de origen animal, dirá algún listillo. Sí guey, pero son robadas no matadas. Se ven tan alegres y pierden su vida hasta el último instante intestinal. Pero de vez en cuando como carne satisfaciendo así me feroz instinto bestial. Siempre desde niño, cada bocado mordido a un pedazo de carne lo he acompañado con una buena dosis de culpa, pensando que estoy llenando mi boca con el cuerpo de un ser que fue vivo y al que en vez de tenerlo como acompañante inactivo en ese ceremonial salvaje podría estar acariciando, y el único consuelo que encuentro, es que si estuviera vivo, ese ser, estaría sufriendo mucho con cada masticada, porque aún me quedan algunos dientes. Lo mejor para él es estar muerto, al menos mientras está en mi boca. Una especie de vegetarianismo mal logrado, se que la mejor comida es la carne, para quien la come, no para la presa. Pero como los asesinos seriales, por mas que me contenga, por más que me moleste, tengo que salir, ahí de vez en cuando en busca de un buen trozo de carne.

Cuando en Fires On The Plain (Ichikawa, 1959) un soldado pregunta a otro si ha comido carne humana, no importa que se hable de una situación extrema bélica ni que la principal preocupación en el aire sea la supervivencia. Simplemente la carne humana no se come, es un tabú y no importan las circunstancias. Ahí es donde comienzan los “asegunes”, porque Edipo sostuvo una bonita relación sexual con su madre, e incluso la disfrutó, y todo fue bello hasta que supo que su pareja era su madre, y el chistecito se salió en un ojo de la cara, por eso quizá corrió desde entonces el rumor de que no importan las circunstancias, la mujer no debe ser más de 10 años mayor que el hombre, de lo contrario no hay garantía que por alguna circunstancia, -y con eso de que sangre llama a sangre-, alguien se tope con su madre en la cama. Quizá el vegetarianismo es entonces una especie de tabú al estilo edípico, no comas carne, no vaya a ser de humano. La misma historia, la de un incestuoso involuntario como Edipo o un caníbal involuntario, cambia totalmente de signo cuando se conoce el origen del bocado.

Hanibal recter y el miedo al hambre

Lo común es que ante esa fiesta brava que se da día a día en cada mesa, al comensal le pase totalmente inadvertido que está comiendo carne. Bebe sangre y no se da cuenta. Un drácula despistado que no sabe porque se siente tan bien si nunca ha matado. Si se le dice es de vaca, dirá mmm sabe buena la vaca, si se le dice, es de cerdo y no es judío dirá, mmm sabe bueno el cerdo, si es de cerdo y es judío no lo dirá pero si lo pensará, si se le dice es de borrego, mmm sabe bueno el borrego, pero si de pronto escucha el placentero comensal, “es de humano”, primero dirá que es broma porque nadie es tan salvaje como para comer carne humana, si hay salvajes que matan, pero comer carne humana ... eso si es grave. Si mediante trucos se le logra convencer de que es antropófago, irá a vomitar y estará reflexionando si le gustó o no. Como cuando en un contexto no culinario pero si culinario, los "machos probados" del norte de México practican relaciones homosexuales para estar seguros de que las sufrieron y no les causó satisfacción, entonces su ano estará ardiente pero su alma estará tranquila. Una especie de verificación vehicular, dolorosa pero necesaria. Como en la desafortunada película Ravenous (Bird, 1999), al protagonista caníbal le gusta la carne humana, pero no le gusta que le guste, y sus compañeros caníbales están como con los alcoholicos, ándale, una mordidita, ya lo han tachado de actos militaries de cobardía y ahora también es cobarde por no entrarle a su platillo favorito. Un canibal de closet. !Cuanto pudor¡ Pero si vemos las hordas de asesinatos raciales y esclavismo que había por la época que muestra la cinta (1840), nos parecerá lo del pudor anticanibal una idea un poco quisquilloza, quizá un caso similar al del violador que se entera que violó a su madre y la violación la aguanta y hasta la disfruta pero el incesto no. Es que en todo hay niveles. Casi todo juez del canibalismo acepta como un acto quizá cruel pero humano el homicidio, pero no el comerse a uno de la misma especie. Casi siempre hay un asesinato previo a un acto caníbal, como excepción tenemos a Los Supervivientes de los Andes (Cardona, 1976) pero aún en ellos la cuestión moral y tabú siempre existió: “hemos acordado no tocar familiares ni mujeres”. Osea, nos comemos tranquilamente a la mama de fulano que ya se murió, pero no a la tuya, aunque nos muramos de hambre.

Dicen que la culpa la tiene la naturaleza que es tan... como decirlo... tan darwiniana. Porque las especies se protegen entre ellas en su lucha contra la naturaleza. Ya sólo falta explicar las guerras, la pobreza, la violencia, malestares que se dan entre verdugos y víctimas de la misma especie. Al menos nunca he visto a un pollo en la cárcel acusado de homicidio.

Pero hay algo curioso en todo esto ¿Qué no comer carne humana le quitaría gravedad al asesinato? Me refiero a lo siguiente, si voy por el campo, saco un cuchillo, mato a una vaca, le sonrío al cadáver, lo admiro, doy una fumada a mi cigarro, abandono la escena chiflando, seré juzgado como sádico, ya que maté a la bestia innecesariamente, pero si pasa exactamente lo mismo, pero me llevo aunque sea un trozo de su carne, aún dejando el resto a la putrefacción, cualquiera dirá que la mate para comer y no hay ningún acto inhumano en mi actuar. Bueno, ahora pensemos que no es una vaca si no una persona. Entonces ocurrirá lo contrario, si dejo el cadáver dirán con razón que soy un asesino, si además me lo como, dirán que no solo soy un asesino, sino encima de todo un caníbal, por lo que si me agarran me darán unos 40 a 60 años de cárcel por el homicidio más unos 5 a 10 por el canibalismo, dependiendo de las leyes e hipocresía de cada país y de que tanta carne me haya comido, si sólo doy una mordida al cadáver, quizá el juez diga, bueno, no pudo resistir la tentación, pero si me como todo evitando que la carne se desperdicie, me dará años y años de cárcel adicional. Es decir, el acto alimentario funciona como atenuante en el homicidio a un animal y como agravante en el homicidio a un humano.

De Anibal Recter, el caníbal más celebre del mundo filmográfico, solo diremos algunas cosas porque ya se ha dicho todo de él, lo importante es que se le tiene miedo porque encima de ser asesino es caníbal, hasta tiene su bozal anticanibal para que sólo pueda hablar pero no morder, a mi en lo personal me da más miedo que encima de ser asesino sea sicoanalista. Eso si es una agravante. Si además de canibal fuera gastrónomo, se le pasaría, !pero como sicoanalista¡ Se supone que esta consciente de la clara relación que explica que que le encanta la carne humana porque está enamorado de su madre, y ni así lo puede evitar.

Sin embargo, para mi gusto, lo caníbal lo hace menos peligroso no más. Porque quiere decir que solo me mataría si tuviera hambre, y que sus impulsos asesinos están acotados por sus tripas, claro que la tecnología complica las cosas, porque si tiene refrigerador, que debe tener, considerando los altos sueldos de los sicoanalistas, podrá matarme y meterme en reserva para cuando le cruja el estómago, pero aún así, mi muerte no habrá sido en vano como si me mata un asesino múltiple solo para practicar su puntería, o un borracho sólo porque le gusta tomar, o un presidente que no sabe que hacer con el narcotráfico. Esas sí que son muertes inútiles. Además, si mi verdugo es canibal gano una oportunidad pues si tengo la habilidad suficiente para engañarlo con algunos pedazos de puerco y decirle que son humanos, y lo puedo involucrar con un buen condimento en un festín para que sea apreciable a su gusto, quizá salve el pellejo. Si logro con algunas etiquetas de valor nutrimental, decirle que yo no soy light porque tengo mucha grasa, pero que si quiere conservar la figura que jolivut le exige, mejor vaya a conseguirse una muchachona del fitnes center, que solo tiene 1% de grasas, quizá también salve el pellejo. Es igual que en el circo, ¿a quien debo tener más miedo, a un león que mata por estress o a uno que mata por hambre?. Al que sólo mata. Sin embargo esta sociedad lo cambia todo, el canibalismo no es una atenuante sino una agravante legal, eso lo dirá el mismo juez carnívoro y bien alimentado en restaurantes de sobornos, que daría algunos años de cárcel a alguien que mata a un animal por sadismo, es decir, sin acción alimentaria de por medio.

Con esa concepción un tanto fundamentalista es que se usa el canibalismo como insignia sólo para causar horror gratuito.

El caníbal práctico, el comer para vivir y el canibalismo como un acto estrictamente propio de la cadena productiva y/o alimentaria

Estamos frente a una paradoja cuando defendemos a los supervivientes de los Andes por ser su canibalismo extrictamente necesario y estar ya las personas comidas muertas. Esta misma paradoja puede ir también de la cadena alimenticia a la cadena productiva. En la Tiendita de los Horrores (Corman, 1960), Seymour, el protagonista no es caníbal pero asesina para alimentar a su planta antropófaga, entonces siguiendo la lógica que exime de culpa a los sobrevivientes de los andes no está haciendo ningún mal, pues está utilizando carne humana como alimento, no por diversión. Entonces es válido el acto. Y no sólo eso, muchos de los caníbales salvajes de las películas comen carne humana también por necesidad alimentaria. Es más, hay toda una serie de cintas que muestran el canibalismo como una actividad económica necesaria, por citar solo tres de ellas, las dos maravillosas versiones de Seewney Todd (Burton, 2007 y ¿?, 1982) o en la rara Eating Raoul (Bartel, 1982) hay un restaurante de por medio atendido por una pareja, que se mantiene de abasto de carne humana. En Sweeney Todd la cadena productiva es más inteligente porque la barbería soporta material para la empanadería, y en Eating Raoul la pareja asesina recurre al asesinato por medio de un negocio de citas sexuales, y sólo una vez que ya han agotado sin éxito, las instancias bancarias para obtener un préstamo empresarial. Tienen que matar para comer, no se comen ellos la carne, sólo incitan a caníbales involuntarios, pero venden las deliciosas empanadas y viandas con su exótico sabor, y sus comenzales las devoran con gusto, porque se supone que la carne humana tiene el mismo sabor que la de cerdo.

Solo siente horror el que sabe lo que está comiendo, ¿no es un hecho bañado en las salsas de la más pura hipocresía? Y conste que esto no se reduce al caso del canibalismo, cualquiera sentirá horror cuando sepa que está comiendo si de latas se trata. Estas comiendo algo idéntico a lo que comes diariamente, solo te causa horror cuando sabes que es comida con la que eres genéticamente compatible. Es cierto que a nadie nos gustaría ser comido, pero de eso a juzgar más grave el hecho exclusivamente alimentario que es el comer (en este caso carne humana) al asesinato, es francamente una idiotez. Lo grave es el asesinato, no comer la carne humana. Lo grave es matar no comer lo matado. Y debería, si usamos la lógica, aplicar tanto a la carne humana como a la carne animal en general. Matar para lo que sea. Por eso todo mundo cree que la -por fortuna decayente- conquista de los grandes imperios (español, francés, holandés, ingles, romano, gringo) sobre otros pueblos es algo muy civilizado, la civilización es dolorosa dijo algún estúpido, en cambio, el acto caníbal de una tribu a la que no se le ha dejado evolucionar, es un acto de horror. Sweeney Tod es un criminal por comercializar la carne de sus victimas, no tanto por matarlas. Y Francia, España, Inglaterra, etc. han llevado la luz al mundo canibal. Una luz cegadora por cierto, que frecuentemente lleva a la muerte.

Raveneus y la paradoja del toro

Como hemos dicho, la etiqueta nutricional de la carne humana sería casi igual que la de cerdo, aunque siguiendo la filosofía de algunas tribus indias como indica la insufrible Ravenous, la carne humana además provee de un alto contenido calórico de espíritu, el comensal recibiría la fuerza del ser comido.

Causa más horror una terrible película como Raveneusque. Salgo de ahí horrorizado por la pésima producción y realización, guión y no tanto porque unos locos se clavaron con un mito indio de que el caníbal absorbe las fuerzas de la víctima, pero sobre todo porque no puede sostener ni dos minutos su argumento. Si el canibal esta obseso con la carne humana porque le da los poderes de la víctima, ¿porque no come toro que es más fuerte que el humano y absorbería más poderes? Pues simplemente porque el canibalismo aparece ahí de a gratis. Si hubiera sido tratada bien la temática hubiera resultado una película de misterio, pero lo único que tenemos al fin, es una historia ridícula. El único chiste es exhibir unos trozos de carne que la producción pudo haber traído del Villa Capri, pues sólo tiene que decir al tarado espectador que es carne humana y entonces causara un incalculable horror. ¿Cómo? ¿Se comen a ellos mismos? Gritará la histérica de la butaca de al lado y quizá salga de la sala con los ojos tapados. Puro maltrato a la inteligencia, puro canibalismo cerebral. Lo más común es que una cinta de caníbales no sea muy exitosa por todos los argumentos que tiene que develar.

Raveneous, es una película del oeste sin oeste. Corre 1847, todavía existe la esclavitud, sin embargo les asusta el canibalismo. ¿No es más despiadado el esclavismo que dispone no del cadáver sino del cuerpo en vida de la persona? La hace sufrir no muerta sino viva. Se apodera de ella, toma literalmente sus poderes, pero viva, no muerta. Ante tal falta de miedo, los creadores de películas caníbales han pensado que pueden añadir mounstruos. Por eso el patético remake dosmilero Hills have Eyes (Aja, 2006) sobre la genial Hills have eyes setentera (Craven, 1977). El guión es el mismo, pero un detalle cambia por completo la historia, en la dosmilera hay mounstruos radioactivos. La primera no tiene que justificar los actos de la tribu caníbal. En ambas, la misma familia es aterrorizada por una sucesión de muertes. La setentera hace sentir miedo, la dosmilera sueño.

Sublimación caníbal: los siete días del asesino

Casi todas las películas de caníbales dan un sueño caníbal, uno comienza a decir pero que buena película caray, estoy aterrado, y resulta que la película hizo su trabajo somnífero y uno ha hecho el trabajo cinematográfico montando en sus sueños un nuevo video adapatado al audio de la película, me ha pasado en tantas cuyos nombres ni recuerdo. Un día tuve un sueño muy bueno que pensé que podría haber ganado un Oscar, fue en una película canibal. Luego del sueño uno comienza a sentir hambre. Se resistirá a no comerse a los otros espectadores. Y en la historia, antojando, gente comiendo carne como siempre, namás que nos dicen que es carne de gente. Uuuy que miedo. Es el miedo más primitivo, el caníbal es el coco que si no te portas bien te va a comer, solo que el coco no te dejaba dormir, y las películas de caníbales no te permiten estar en vigilia. Pero hay una película realmente buena. En la cinta de culto Los Siete Días del Asesino (Iglesias) se narra la historia de un hombre que trabaja en una carnicería y por un hecho circunstancial mata a un taxista que lo regañó porque en el auto iba besándose con su novia. Besándose es poco, digámos mejor que se la iba comiendo. El taxista lo amenaza y el carnicero se excede en su defensa matando al hombre. Su novia le dice que reporten el hecho con la policía y él se niega ante el miedo de que lo lleven a la cárcel. La novia le dice que entonces ella irá y la mata. Queda establecido su espíritu asesino y práctico. Para deshacerse de los cuerpos que almacena temporalmente en su casa, -en un barrio pobre vecino a lujosos edificios donde un homosexual lo espía desde su sala- los lleva a la carnicería y los lanza desmembrados a la trituradora. En varias ocasiones levanta suspicacias sobre el contenido de su maletín donde transporta los pedazos de carne. Aunque el asesino de Le BOucher no logra sublimar, y aún siendo carnicero es asesino, pero este si.Pero no es un caníbal, cuando va a su restaurante favorito le dicen que es carne de su carnicería y entonces sabe que es de humano y le da un gran asco, es una gran persona. Una cosas es ser asesino, pero caníbal es diferente. Estos hechos desencadenan otros asesinatos de familiares propios y de su novia. Y continua su proceso al igual que el de descomposición de los cuerpos y el mismo proceso feromónico de enamoramiento con el tipo que lo espía. Lo importante de esta cinta es que nos muestra que el canibalismo está ahí desde siempre, pero en ese personaje se ha sublimado con su trabajo en la carnicería. La sublimación parece una salida de emergencia frente al tabú. Como en la gente se sublima el canibalismo en la gastronomía común. O al Edipo con una esposa de la edad de su abuela. Porque, ¿qué no es un delito tan grave comer carne humana que bañar carne de puerco en el postre como hacen los chinos? Y la civilización ha sublimado pero al revés el acto caníbal destruyendo a las otras civilizaciones.

El coco y el último rey de escocia

Cuando a un político cuyos montos robados no superan los montos que logran alarmar a las sociedades, -ya sea por que no haya nada que robar o por otros motivos-, como en áfrica, las antillas o centroamérica, se le acusa de caníbal y con eso se le desacredita no sólo en el plano gastronómico, lo cual es instantáneo, sino en el plano moral. Eso se muestra en todas las películas que se han hecho de Idi Amin (por ejemplo The last King of Scotland, Macdonald, 2006) pero también en el otro gran cine que son las noticias. Cuando Estados Unidos invadió Panamá impune y canibalmente, argumentaba que “el hombre fuerte” Noriega comía niños y que tenía tamales en su refrigerador. Si seguimos la tradición, el contenido nutricional del niño no lleva un espiritu tan fuerte, así que si hubiera sido todo verdad, el hombre fuerte habría sido más bien débil. El truco también funciona cuando queremos derogar una cultura o decir que son salvajes. Como los adictos a la neoconquista que opinan que la salvaje España colonial salvó al mundo de la barbarie canibal con su Santisisisima Inquisición. También como en Holocausto caníbal (Deodato, 1980) cinta de acción como de crítica social y cinematográfica. Da susto que los caníbales horrorosos se coman a los guapos actores casi souvenires de la cultura occidental, pero no asusta como la cultura souvenir acaba con el amazonas ni como arrasó con la cultura azteca, maya, india. Como los aztecas eran caníbales, entonces sí se les podía canibalizar. Así, el horror frente al canibalismo en una sociedad totalmente carnívora y depredadora suena a chiste más que a terror, por eso las películas caníbales no dan miedo.

Ni siquiera Anibal Recter da miedo. Quizá porqué a la amenaza de te voy a comer, corresponde la pregunta, ¿dirás me seguirás comiendo? Porque no has dejado de hacerlo. Lo curioso es que el cine piense que eso sigue dando miedo y que es taquillero. Es común que el canibalismo en las cintas de jolivud sea usado sólo para despistar o distraer, como en Con Air, donde un avión es secuestrado por los criminales a los que transporta, uno de ellos es caníbal, y el director gusta de hacerlo coquetear en la escena como un peligro frente a un niño aunque nunca haga nada ni su personaje sea en absoluto relevante en la historia. Uno piensa que el canibal (el genial Steve Buscemi) va a hacer algo, pero no hace nada, y así como es él seguro que ni siquiera cobró en la cinta. Así, el caníbal es y sigue siendo el Coco. El que asusta a los tontos. Como asusta también a los niños tontos, se cree que asusta a los niños, pero no a todos. Por el contrario, hay cintas donde el canibalismo real, es parte de la historia pero no de la imagen, causando un efecto narrativo, como en Suddenly Last Summer (Mankiewicz, 1959) donde el canibalismo es escencial en la historia pero no en la imagen.

La parábola de la tortuga y el holocausto canibal

En una de las pocas cintas de temática caníbal que tienen contenido -además de supuestas horripilantes escenas caníbales que no es otra cosa que el más común caldo de cordero que se ve igual y a nadie le espanta cuando lo come en un restaurante de primera o de cuarta- Rugerio Deodato muestra la escencia del canibalismo. Un antropólogo es contratado para ir a la selva a rescatar a unos jóvenes reporteros que hacían un fiilm sobre el canibalismo. No rescata a los jóvenes quienes son víctimas de la tribu caníbal pero si rescata los rollos donde se muestran las atrocidades y abusos que cometían los jóvenes contra la tribu, homicidios, violaciones, incendios de viviendas movidos por la sed de fama esperando que su documental los haga millonarios. Además su actitud frente a la naturaleza es la misma de la tribu blanca, de los españoles vaciando amércia de oro, los ingleses en la llanura del oeste. Muy ilustrativa la imagen en la que comen tortuga, matan sin piedad al animal y hasta con gusto. Destruyen su concha que es su propia casa y luego lo van devorando. Igual que hace la cultura occidental, alimentándose de la casa y vida de otros mediante el esclavismo o la dominación, pero eso sí, asustándose del canibalismo, como si su actitud frente a la naturaleza no fuera un acto caníbal. Me como tu casa, te estoy comiendo. Pero la falta de respeto a la naturaleza no es un delito, sin embargo, meter armas a la selva y usarlas indiscriminadamente como hacia Hernán Cortes o cualquier otro organgután de la época de las conquistas que se atrevía a juzgar el acto caníbal como salvaje, entonces salva a la víctima del canibalismo esclavizandola y matándola.

El occidental con todas sus peliculitas de caníbales, se asusta de que un ser humano pueda comer humanos pero no piensa devolver el producto robado de sus conquistas ni tampoco pedir perdón. Ni por como se repartieron los europeos Africa en cuadriculas provocando guerras caníbales que aún existen, ni por los indios muertos en norteamerica. Así, originan guerras donde les plazca y se aterrorizan de los crímenes que ellos mismos causaron. Se asustan de que unas personas se coman a otras en quizá el último reducto gigante de selva en el mundo que es el amazonas. Se les acusa de caníbales y no se les anota a su favor que son los únicos que han podido cuidar la naturaleza. Como muestra la pelicula de Deodato, las tribus son violentas, sin embargo también existe el amparo y el amor, tienen reglas aunque no estén legisladas y distintos actos nos castigados de manera salvaje, tal como en occidente, con las mismas técnicas de la inquisición, pero el occidente tiene la potencia del cinismo o la hipocrecia, dos cosas contrarias que en el fondo son lo mismo. “Actua, estoy filmando” le dice el joven camarógrafo al reportero cuando ve con gusto y satisfacción una mujer empalada.

Si el caníbal salvaje actua por hambre, el caníbal occidental disfrazado actua por pura sed de dinero. Cuando un budista critica el canibalismo hay que escucharlo, pero cuando otro caníbal disfrazado, que ni siquiera es vegetariano, hay que reírse de él, como lo hace la cinta de Deodato prohibida en muchos países por su excesiva violencia.

Cuando el destino nos alcance

Y quien resume magistralmente la esencia del canibalismo involuntario es Soylen Green (Fleischer, 1973). Si es cierto lo que hemos sostenido de que el canibalismo más perverso es el que se queda sólo en el símbolo, osea, la parábola del canibalismo (el ser humano que destruye al ser humano) es peor que el mismo canibalismo, tendríamos un ejemplo de ello en la trama de Soylen. Al parecer la única cinta donde el canibalismo es una consecuencia creíble de la forma de llevar la vida. Es decir, el canibalismo real, es consecuencia del canibalismo simbólico. Si sigues comiéndote a ti mismo y a la naturaleza, acabarás comiéndote a ti mismo, pero de manera real y sin rodeos. Precisamente aquí, el delito y crimen sobre el que se desarrolla la trama, el asesinato de un alto funcionario de una gran compañía de alimento, queda totalmente opacado por el canibalismo como crimen a la humanidad, no a la persona comida, que en si no tiene importancia. El cine simplón ha tratado de poner como el crimen, que una persona se come a otra, cuando el crimen en realidad es que la humanidad se consume a si misma. Como preguntó el antropólogo de Holocausto caníbal “¿Quién es el verdadero caníbal?

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