lunes, 25 de abril de 2011

ANIMAS TRUJANO: el líder, el viva, la gorra y el asesinato.



Anécdota en apariencia simple: A Animas Trujano (Toshiro Mifune), un indígena no tan leal, ni tan inteligente pero sí obstinado y conflictivo, además de borracho y esposo infiel, le frustra no ser el patrono del pueblo (una especie de líder sin funciones claras), su máxima ilusión. No se gana el amor de nadie pero desea esa posición que le traerá según él la admiración y respeto de todo el pueblo. Además de su esposa, la única que parece tener interés en él, y más bien económico, es una prostituta con quien engaña a su esposa. Para llegar a su meta patronal, es capaz de cualquier cosa, incluso vender a su nieto, producto de la relación entre su hija y el hijo del dueño de las tierras donde ánimas “trabaja”. Así logra tener dinero y financiar las fiestas del pueblo como patrón del mismo. Una ola de misticismo de pronto lo ataca llegando a sentir culpa de sus comportamientos por lo que será capaz también de inculparse de un crimen que no ha cometido pero que en sentido estricto no hubiera ocurrido si él hubiera sido una persona cabal.

Así es como Ismael Rodriguez se sale del costumbrismo ramplón de Nosotros los pobres, y en vez de hacer gritar “Toriiito”. El niño ya no es víctima de la maldad de una persona, ya no hay buenos y malos, ahora, ofrece un grito desesperado más conmovedor, más importante y más desgarrador porque tiene más ecos, un grito social. Desaparecen por un momento las personas como ejecutores de los actos y siervos del destino. Si aparece Dios, pero ahora también aparece un hombre con su libre arbedrío razonando por sus actos. Ya no aparece como en Pepe el Toro esa pobreza misteriosa que no sabemos de donde proviene, si los ricos son tan buenos y los pobres tan trabajadores, ahora aparece en escena, así, en pantalla, la sociedad cual es, con su ansia de poder y su irresponsabilidad de otorgar poder a un alcohólico, o a una persona desleal, ahora sí sabemos de dónde vienen los problemas, no hay misterio.

Y comienza a actuar el grupo quien busca culpables a las tragedias pero el espectador vouyer, sabe lo que está pasando. Ya no es la historia simple de una cadena de hechos que termina siempre con el eslabón roto de la injusticia, aquí no hay tragedias, sólo consecuencias. Es una cadena circular donde todos tienen la culpa de todo. Si bien, el responsable es el ejecutor directo, es sólo el representante del destino de un pueblo donde todos participan. Animas se ve como héroe a quienes debieran admirarlo una vez que es patrono, pero les reclama que han comido gratis cuando no ve que lo admiran y respetan como él espera. Saben que por más que la mona se vista de ceda, mona se queda. Nadie lo mira. Es la necesidad del ser humano de ser visto en sus obras, y como el líder no tiene obras, no hay quien lo miré, aunque sus obras sean compradas con dinero.

Es el perfecto retrato, no del oaxaqueño, pero si del político mejicano dispuesto a todo con tal de ser aclamado, visto, respetado, aunque lleve acarreados. Aunque el político es más listo, porque el poder lo lleva a la riqueza y a animas a la perdición. Es casi exacto como el célebre desayuno que ofrece el PRI a sus “seguidores”, ahí va la gorra, el boing y el sandwich. Los seguidores gritarán vivas y el político bañado así en corrupción se hará de la vista gorda. Pero si dejan de gritar vendrá el crimen político o los desayunos. Es un circo donde todos se hacen idiotas. Esta lectura de Animas Trujano como sinónimo del político, debe ser más precisa de la que se le ha intentado dar de Animas como sinónimo del indio oaxaqueño. Será muy difícil si alguien busca en todo Oaxaca y encuentra un caso similar. Los indios están trabajando y tienen una visión del mundo más completa que la que nos ofrece hoy la corrupción de voto por comida.

Esa guía fácil del pueblo a cambio de unos tacos y alcohol, es el retrato completo del borrego mejicano tras su líder, no del indígena, es el pueblo mestizo, queriendo ignorar que su líder es alcohólico, desleal y conflictivo, corrupto e infame. El líder al final se arrepentirá y se erigirá como héroe cuando asuma sus culpas siendo el responsable de un crimen que no cometió. Esto también llega a pasar, en la política se acusa de crímenes a políticos que no los hicieron, “pero pudieron haberlos cometido” y por las cosas que han hecho bien pueden pagar injustamente por otra cosa.

Aún con su estereotipo, y su objetivo equivocado (no retrata al indio, sino al mestizo tras el poder), esta cinta es genial, no es lo más representativo de Ismael Rodriguez, pero quizá es lo mejor que tiene. Su mayor moraleja está en las palabras finales de Animas, “encarcélenme, antes de que me arrepienta”. Un consejo que deberíamos seguir y aplicar con casi todos los líderes políticos que tenemos.

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